#1981 #EscritoresUruguayos #PoemasDeLaOficina
La tristeza del mundo es decir mi tristeza empezó hace treinta años en una noche hueca. Por entonces los ángeles
Podés querer el alba cuando quieras he conservado intacto tu paisaje podés querer el alba
Te dejo con tu vida tu trabajo tu gente con tus puestas de sol y tus amaneceres
Es mía la inocencia ánfora de cristal tan desvalida que nada me sugieren sus añicos la juventud es mía y es además atávico susurro
Hallaré a tantos como se proponga la piel de mis quimeras hallaré los presagios de los jóven… los años ya sin fondo de mi madre
Rojo / como el que más / radiante vino rojo la herida de las vírgenes el crepúsculo fucsia el toro ya vencido
Creo que mi ciudad ya no tiene con… entre otras cosas porque me ha per… o acaso sea pretexto de enamorado que amaneciendo lejos imagina sus arboledas y sus calles blancas
A mediados de 1974 explotaban en Buenos Aires diez o doce bombas por noche. De distinto signo, pero explotaban. Despertarse a las dos o las tres de la madrugada con varios estruendos en...
Vino el patrón y nos dejó su niño casi tres horas nos dejó su niño, indefenso, sonriente, millonario, un angelito gordo y sin palabras. Lo sentamos allí, frente a la máqu…
Señor que no me mira mire un poco yo tengo una pobreza para usté limpia nuevita
Si estaremos curados de espanto si habremos barajado salmodias con… sepultado alegrías conjeturas deli… en el descalabro y en el camposant… si habremos añorado nuestras azote…
En el principio era el verbo y el verbo no era dios eran las palabras frágiles transparentes y putas cada una venía con su estuche
Las voces ya no llaman / ya no pid… el cielo está crispado y sin auxil… jadea el viento harto de palabras hay ausencias que cercan que respi… no es un naufragio de los de antes
A medio metro de mis botas recién… el surco es una secreta y monstruo… hay que considerar que desde mis d… desgraciado yuyo y aun tengo serias dudas sobre ese…
Oiga, che—me dijo Medardo Robles, a eso de las dos de la madrugada, en el Café y Bar La Redoblona, mientras empinaba despacito su quinto o sexto espinillar—, ¿por qué no escribe un cuen...