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Las alegres fiebres huyeron a las… y el judío empujó la verja con el… de la lechuga. Los niños de Cristo dormían, y el agua era una paloma,
La mar no tiene naranjas. ni Sevilla tiene amor. Morena, qué luz de fuego. Préstame tu quitasol. Me pondrá la cara verde,
Yo te miré a los ojos cuando era niño y bueno. Tus manos me rozaron Y me diste un beso. (Los relojes llevan la misma caden…
¡Viva Sevilla! Llevan las sevillanas en la mantilla un letrero que dice: ¡Viva Sevilla!
En el soto, los alamillos bailan uno con otro. Y el arbolé, con sus cuatro hojitas,
Esquilones de plata Llevan los bueyes. —¿Dónde vas, niña mía, De sol y nieve? —Voy a las margaritas
La mano crispada como una Medusa ciega el ojo doliente del candil. As de bastos.
Su luna de pergamino Preciosa tocando viene por un anfibio sendero de cristales y laureles. El silencio sin estrellas,
Si muero, dejad el balcón abierto. El niño come naranjas. (Desde mi balcón lo veo). El segador siega el trigo.
Los laberintos que crea el tiempo, se desvanecen. (Sólo queda el desierto.)
Por una vereda venía Don Pedro. ¡Ay cómo lloraba el caballero! Montado en un ágil
Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura
Nadie comprendía el perfume de la oscura magnolia de tu vientr… Nadie sabía que martirizabas un colibrí de amor entre los dient… Mil caballitos persas se dormían
Juan Breva tenía cuerpo de gigante y voz de niña. Nada como su trino. Era la misma
Era mi voz antigua ignorante de los densos jugos amar… La adivino lamiendo mis pies bajo los frágiles helechos mojados… ¡Ay voz antigua de mi amor,