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La señorita del abanico, va por el puente del fresco río. Los caballeros
¿Qué es aquello que reluce por los altos corredores? Cierra la puerta, hijo mío, acaban de dar las once. En mis ojos, sin querer,
Por la calleja vienen extraños unicornios. ¿De qué campo, de qué bosque mitológico? Más cerca,
Las manos de mi cariño te están bordando una capa con agremán de alhelíes y con esclavina de agua. Cuando fuiste novio mío,
Cayó una hoja y dos y tres. Por la luna nadaba un pez. El agua duerme una hora
Cirio, candil, farol y luciérnaga. La constelación de la saeta. Ventanitas de oro
Los cien enamorados duermen para siempre bajo la tierra seca. Andalucía tiene largos caminos rojos.
Sábado. Puerta de jardín. Domingo. Día gris. Gris.
Hacia Roma caminan dos pelegrinos, a que los case el Papa, mamita, porque son primos,
Se ven desde las barandas, por el monte, monte, monte, mulos y sombras de mulos cargados de girasoles. Sus ojos en las umbrías
Cuando sale la luna se pierden las campanas y aparecen las sendas impenetrables. Cuando sale la luna,
Solamente por oír la campana de la Vela te puse una corona de verbena. Granada era una luna ahogada entre las yedras.
La rosa no buscaba la aurora: Casi eterna en su ramo buscaba otra cosa. La rosa
Leñador. Córtame la sombra. Líbrame del suplicio de verme sin toronjas. ¿Por qué nací entre espejos?