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Equivocar el camino es llegar a la nieve y llegar a la nieve es pacer durante veinte siglos las… Equivocar el camino
¡Alto pinar! Cuatro palomas por el aire van. Cuatro palomas vuelan y tornan. Llevan heridas
El magnífico sauce de la lluvia, caía. ¡Oh la luna redonda sobre las ramas blancas!
Mamá, yo quiero ser de plata. Hijo, tendrás mucho frío. Mamá.
Una rosa en el alto jardín que tú… Una rueda en la pura sintaxis del… Desnuda la montaña de niebla impre… Los grises oteando sus balaustrada… Los pintores modernos en sus blanc…
Suntuosa Leonarda. Carne pontifical y traje blanco, en las barandas de “Villa Leonard… Expuesta a los tranvías y a los ba… Negros torsos bañistas oscurecen
Hay dulzura infantil En la mañana quieta. Los árboles extienden Sus brazos a la tierra. Un vaho tembloroso
En las torres amarillas, doblan las campanas. Sobre los vientos amarillos,
Granada, calle de Elvira, donde viven las manolas, las que se van a la Alhambra, las tres y las cuatro solas. Una vestida de verde,
La señorita del abanico, va por el puente del fresco río. Los caballeros
Pero como el amor los saeteros están ciegos. Sobre la noche verde, las saetas,
La primera vez no te conocí. La segunda, sí. Dime si el aire te lo dice.
Juan Breva tenía cuerpo de gigante y voz de niña. Nada como su trino. Era la misma
En la casa blanca, muere la perdición de los hombres. Cien jacas caracolean. Sus jinetes están muertos. Bajo las estremecidas
Las gentes iban y el otoño venía. Las gentes iban a lo verde. Llevaban gallos