No en lo pasado a tu virtud modelo… ni copia al porvenir dará la histo… ni otra igual en grandeza a tu mem… difundirán los siglos en su vuelo. Miró la Europa ensangrentar su su…
¡Perla del mar! ¡Estrella de Occi… ¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo la noche cubre con su opaco velo como cubre el dolor mi triste fren… ¡Voy a partir!... La chusma dilig…
Tú, que rigiendo de la noche el ca… sus sombras vistes de cambiantes b… dando entre nubes –que en silencio… puros destellos, para que mi alma te bendiga y ame,
Cánticos de tus vírgenes sagradas, que de tu amor proclaman las dulzu… son esas voces que, de unción colm… llegan al corazón graves y puras. Tu soberana mano ¡Ser eterno!
¡Del huracán espíritu potente, rudo como la pena que me agita! ¡Ven, con el tuyo mi furor excita! ¡Ven con tu aliento a enardecer mi… ¡Que zumbe el rayo y con fragor re…
Tiñe ya el sol extraños horizontes… el aura vaga en la arboleda umbría… y piérdese en la sombra de los mon… la tibia luz del moribundo día. Reina en el campo plácido sosiego,
¿No es delirio, Señor? Tú, el abs… en belleza, poder, inteligencia; Tú, de quien es la perfección esen… y la felicidad santo atributo; Tú, a mí, que nazco y muero como e…
No existe lazo ya; todo está roto: plúgole al cielo así, ¡bendito sea… amargo cáliz con placer agoto; mi alma reposa al fin; nada desea. Te amé, no te amo ya; piénsolo, al…
En el extraño bazar Del amor, junto al mar, La perla triste y sin par Le tocó por suerte a Agar. Agar, de tanto tenerla
Cuando me vino el honor De la tierra generosa, No pensé en Balnca ni en Rosa Ni en lo grande del favor. Pensé en el pobre artillero
Pinta mi amigo el pintor Sus angelones dorados, En nubes arrodillados, Con soles alrededor. Pínteme con sus pinceles
Ya sé: de carne se puede Hacer una flor: se puede, Con el poder del cariño, Hacer un cielo, —¡y un niño! De carne se hace también
¿Qué importa que tu puñal Se me clave en el riñón? ¡Tengo mis versos, que son Más fuertes que tu puñal! ¿Qué importa que este dolor
¡Penas! ¿Quién osa decir Que tengo yo penas? Luego, Después del rayo, y del fuego, Tendré tiempo de sufrir. Yo sé de un pesar profundo
De mi desdicha espantosa Siento, ¡oh estrellas!, que muero: Yo quiero vivir, yo quiero Ver a una mujer hermosa. El cabello, como un casco,
En el negro callejón Donde en tinieblas paseo, Alzo los ojos, y veo La iglesia, erguida, a un rincón. ¿Será misterio? ¿Será
Para modelo de un dios El pintor lo envió a pedir: — ¡Para eso no! ¡para ir, Patria, a servirse los dos! Bien estará en la pintura
El rayo surca, sangriento, El lóbrego nubarrón: Echa el barco, ciento a ciento, Los negros por el portón. El viento, fiero, quebraba
La imagen del rey, por ley, Lleva el papel del Estado: El niño fue fusilado Por los fusiles del rey. Festejar el santo es ley
Por la tumba del cortijo Donde está el padre enterrado, Pasa el hijo, de soldado Del invasor: pasa el hijo. El padre, un bravo en la guerra,
El enemigo brutal Nos pone fuego a la casa: El sable la calle arrasa, A la luna tropical. Pocos salieron ilesos
Yo que vivo, aunque me he muerto, Soy un gran descubridor, Porque anoche he descubierto La medicina de amor. Cuando al paso de la cruz
Estoy en el baile extraño De polaina y casaquín Que dan, del año hacia el fin, Los cazadores del año. Una duquesa violeta
Ayer la vi en el salón De los pintores, y ayer Detrás de aquella mujer Se me saltó el corazón. Sentada en el suelo rudo
Mi amor del aire se azora; Eva es rubia, falsa es Eva: Viene una nube, y se lleva Mi amor que gime y que llora. Se lleva mi amor que llora
Por tus ojos encendidos Y lo mal puesto de un broche, Pensé que estuviste anoche Jugando a juegos prohibidos. Te odié por vil y alevosa:
Sueño con claustros de mármol Donde en silencio divino Los héroes, de pie, reposan: ¡De noche, a la luz del alma, Hablo con ellos: de noche!
El alfiler de Eva loca Es hecho del oro oscuro Que lo sacó un hombre puro Del corazón de una roca. Un pájaro tentador
En el alféizar calado De la ventana moruna, Pálido como la luna, Medita un enamorado. Pálida, en su canapé
Vino el médico amarillo A darme su medicina, Con una mano cetrina Y la otra mano al bolsillo: ¡Yo tengo allá en un rincón