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Al presidente de Chile, Salvador Allende

No los creáis, cubría
su rostro la misma máscara.
La lealtad en la boca,
pero en la mano una bala.
Al fin, los mismos en Chile
que en España.
 
Ya se acabó. Mas la muerte,
la muerte no acaba nada.
¡Mirad! Han matado a un hombre.
Ciega la mano que mata.
Cayó ayer. Pero su sangre
hoy ya mismo se levanta.
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