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Salto

Me parece exhaustivo
seguir habitando este cuerpo
seguir habitando en otros cuerpos, seguir ocupando tiempo, espacio, personas, memorias, laburos, nostalgias, amores...

Tarde que temprano todo se pudre, todo se enferma
Se marchita
Se ahueca.

Ese y este cascarón
Esa y esta jaula de almas
Ese y este cuerpo.

Tan propio y tan ajeno
Tan mío y tan de todos,

Se nos va...

Un cuerpo que no cuidamos, que siempre llevamos al límite, que no protegemos. No es el templo que los viejos nos hicieron creer que era.

Solo es un cascarón que con el tiempo nos abandona como nosotros nos abandonamos a nosotros mismos, quizá así fue que se inventó la soledad entre nuestros cuerpos,  a partir de un abandono.

Cansa mucho seguir transitando con la sonrisa en la frente,  este mierdero que nos abraza día a día, que nos sumerge en una miseria colectiva hasta ahogarnos
no nos suelta
no nos va a soltar
no nos soltara...

Pero eso nos gusta.

Veo por la ventanita del piso catorce  a mi vecino como celebra la vida, como salta de alegría y celebra el triunfo universitario su hija tuerta y yo desde la otra ventana no siento nada, no siento ni ganas de escupirlos o mentarles la madre...

Corro la cortina como si con eso tapara al mundo entero, lo ocultara de mi, es tal mi fatiga existencial que no quiero volver a salirme de la cama, pero no hay más salida, no queda de otra en realidad, hay que desprenderse las ropas, las carnes, las conciencias, abrir la venta y saltar al otro lado, saltar hasta llegar allá donde no hay cuerpos, ni almas, ni sentimientos, ni jaulas, ni nada, allá es donde todo es silencio, oscuridad, vacío, donde la eternidad te arrulla hasta que nazca una estrella y el recuerdo en la memoria de algún miserable te despierte.

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