#Canarios #Españoles #SigloXVIII #Fábulas (VIII) literarias
Ya alegra la campiña la fresca primavera; el bosque y la pradera renuevan su verdor. Con silbo de las ramas
Por entre unas matas, seguido de perros, no diré corría, volaba un conejo. De su madriguera
Ello es que hay animales muy cient… en curarse con varios específicos y en conservar su construcción org… como hábiles que son en la botánic… pues conocen las hierbas diurética…
Un oso, con que la vida se ganaba un piamontés, la no muy bien aprendida danza ensayaba en dos pies. Queriendo hacer de persona,
Cierto galán a quien París aclama… petimetre del gusto más extraño, que cuarenta vestidos muda al año y el oro y plata sin temor derrama… celebrando los días de su dama,
Hubo un rico en Madrid (y aun dic… más necio que rico), cuya casa magnífica adornaban muebles exquisitos. «¡Lástima que en vivienda tan prec…
El té, viniendo del imperio chino, se encontró con la salvia en el ca… Ella le dijo: «Adónde vas, compad… «A Europa voy, comadre, donde sé que me compran a buen pre…