(2011)
#Chilenos
Lo mismo me devuelva el vino que dejé allí, olvidado, cuando alguna vez mis pasos en ella se detuvieron, en ella, tarde, se buscaron
Quien hable por ti desde ti mismo, y diga las cosas en el dialecto de tus criaturas,
Mientras mis soldados de plomo asedien tu torre inexpugnable, y ya no levanten el sitio así pasen cientos de inviernos, o tú misma ante mí de rodillas,
Algún día de los días de la tierra, algún día del tiempo terrestre, cruzaremos la niebla
Acaso la poesía aquellas habitaciones donde el dolido infante su exilio de cada día. Aquellos cuartos lóbregos
Hoy las seis de la obscuridad del señor otoño, hoy las tardecida y tantas de su rodaje humedad, y nadie sonoridad,
La casa paterna diseminada en el remolino de las edades, dispersa en fechas y domicilios cuya fachada una débil impronta de rostros furtivos en la memoria.
Un hogar de olorosa madera, un hogar vegetal exhalando su inquebrantable perfume terrestr… un hogar de luminosas resinas, un hogar de hospitalaria enramada,
Aniquilamientos y desórdenes en la acerba conjuración de secretas fuerzas urdiendo su enemiga estrategia nocturna en el tránsito invisible
Cólera de amar, apodera mi instrumento creativo uniendo o disgregando, creando o destruyendo, en la ansiedad de la muerte
Unción de lágrimas silvestres, unción de humedad e intemperie para este íncola monacal, para este acólito de dríadas y deidades agrarias ocultas
Un ángel de luz despiadada desde la noche vendrá, un ángel de clara lectura se abrirá ante tus ojos, y nada podrán tus lobos
A veces, de repente, morirme sin despedirme, a secas, cerrar la puerta de un portazo, o lenta, lentísimamemente, mirándolos de frente, desafiante,
No te escribiré, poema, hasta que me prometas que defenderás a brazo partido mi nombre agredido
Su nombre pétalos rotos que ni la voz ni la tinta. Del tiempo, como mis días, y también sus pasos, como si luz ofuscada