#EscritoresEspañoles
—Mamá, yo quiero la luna. —Hijo mío, está muy alta. —Mamá, yo quiero un caballo. —Hijo, si no tienes cuadra. —Mamá, yo quiero un pececito.
No quiero que los besos se paguen ni la sangre se venda ni se compre la brisa ni se alquile el aliento.
A la orilla del río, en una orilla… miro la otra: juncos, hierva suave… troncos erguidos, ramas en el vien… cielo profundo, vuelos desiguales.… ¿Y esta orilla?... Mirarla, verla…
Cuando nace un hombre siempre es amanecer aunque en la a… la noche pinte negros cristales. Cuando nace un hombre hay un olor a pan recién cocido
Cuando caí de Ti a la dura tierra… cuando me hallé, caliente de tus m… desnuda y con gemido entre los hom… era tu propio aliento el que llena… mis frágiles pulmones encerrados
Quietos en la noche clara. Mi cara junto a tu cara; la misma luna nos baña. Piel contra piel, en mi cuerpo siento el ritmo de un latido
Abre tus ojos anchos al asombro cada mañana nueva y acompasa en místico silencio tu latido porque un día comienza su voluta y nadie sabe nada de los días
Sí, también yo quisiera ser palabr… Ser un ala sin plumas en un cielo… Ser un oro sin peso, un soñar sin… un sonido sin nadie... Pero mis versos nacen redondos com…
No quiero irme viviendo, irme muri… en este remolino de los días, ciegos de prisa, locos enredados, mordiéndose las colas, resbalándos… por rotas espirales de impaciencia…
¡Corre que te corre! ¡A correr, mi niño, sobre la hierba verde y el tomillo! ¡A correr, que el viento
Una mujer corría. Jadeaba y corría. Tropezaba y corría. Con un miedo macizo debajo de las… y un niño entre los brazos.
“—¡Orza la barra!... ¡A estribor!… ¡Izad el trinquete!... ¡Avante!..… Las cuatro sillas navegan por los mares orientales... El cinturón erizado
Ángeles tuyos, gerardo, por vientos y nubes blancas de un mundo inventado adrede dibujan las coordenadas. Ángeles de X a Z
Contra el sucio oleaje de las cosa… yo apretaba la puerta. Mis dos man… resueltas, obstinadas, indomables, la mantenían firme desde dentro. Fuera, el naufragio; fuera, el cao…
Yo no iba sola entonces. Iba llen… de ti y de mí. Colmada, verdecida, me erguía como grávida montaña de tierra fértil donde la simiente se esponja y apresura para el brot…