Café para dos
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Hoy sopla fuerte el viento al pico de la cordillera central. Las cuevas cuales cimientos de esta casucha recogen el ruido y lo llevan a la urbe. Está callado el campo. Sólo resuena la greca al fuego, pronunciando listo el café para dos. Si de la metrópolis vienes por un buen cortadito hecho por una hermosa mujer, a ver el amanecer desde el cielo. Mujer piel arena, cabello acerola, risa contagiosa, historia misteriosa. Aquí, a dónde sólo llegan las águilas te atraen tus alas. Porque de mi ventana se descubre el Caribe, la playa desnuda y toda la ciudad vibra. De paseo concurren populosos por la calle de abajo sin conciencia de que el paraíso que contemplan es mi vista, que la montaña es mi casa, que mi cama es tu vientre. Desliza la cortina y sal a mi balcón, amor. Prepara cafecito para dos, y vemos salir el sol por la playa. Besándonos miramos hasta Vieques, y vemos llover en todo el pueblo con un cigarro compartido manchado con mis labios carmín, dispuesto por tus manos de ángel. Vemos como se atormenta el mar y la tierra; y las gotas que caen en las hojas y las flores perfuman nuestro aposento y se vuelve jardín el hogar que, risa por risa, revivimos.
