No sabía lo que tenía en mís manos, hasta que inicie la lectura. Soy de poco leer, pero cuando una obra me atrapa, no me detengo hasta leer la última frase.
El Profeta es una obra que trata de la vida misma vista desde la perspectiva de un filósofo que antes de abandonar el pueblo en el que vivía, es invitado por el pueblo entero a conversar sobre diversos temas como, el amor, los hijos, e l matrimonio, el trabajo, las alegrías, el dolor, el conocimiento, el hablar, la amistad, el tiempo, lo bueno, lo malo, la belleza, la religión y la muerte. (por supuesto que tuve que recurrir a la obra para poder recordar todos los temas que la misma aborda)
Todos estos aspectos son cada uno, un capítulo de la obra de El Profeta, en el que a manera de diálogo (porque sientes que el Profeta habla contigo), te va contando todos los aspectos que desde su perspectiva basado en Jesús, Budha y otras corrientes religiosas asiáticas que dan un toque de hechizo a cada capítulo y frase celebrada.

Puedo recordar discernir con la persona que me motivo a leerlo, que estos pensamientos invitaban a dejar la individualidad de cada ser, pero esta persona al contrario de lo que me invitaba a leer, era extremadamente egolatra, presumía de yoismo, y no contaba con amigos, ya que su individualismo no le permitía darse a conocer con otras personas más que lo superficial, de manera que fueron horas, días, semanas, meses y unos cuantos años, en las que yo leía y me nutria pero a la vez entraba en conflicto con esta persona de la que hablo, pues mientras más avanzaba en la lectura iba entendiendo que las personalidades aceptan en sí sólo lo que quieren, se dejan sugestionar por lo que anhelan, pero si eso implica sacrificar algo de ego, individualismo, factores materiales, muy posiblemente lo reconsideraran.

Con el tiempo me di cuenta que quien me sugirió la obra, se alejaba de mi, pues ciertamente había adoptado muchas de las doctrinas que entendí y me gustaron, pero el detalle es que esta persona solo veía en la obra algunos pensamientos agradables, versos dedicables a cualquier otra persona debido a la cantidad de material que ella poseía, con los que podías comunicar al otro unas ideas poco comunes sobre lo que la vida significa, de manera de hacerte ver un ser muy inteligente, muy elevado intelectualmente, lo que nunca estuvo en sus planes era encontrar una persona que si se centraría e interesaría en tal literatura para comprenderla, de manera de darse cuenta que aquellas palabras que solía escuchar y leer, carecían de fondo, sólo estaban vacías.

Así es como Khalil Gibran y su obra “El Profeta” se hizo una literatura agradable a mi vista y pensamiento, y hoy lo puedo compartir y discernir con quien desee hacerlo.

Hay tanto que hablar al respecto, que solo letras no bastan, hace falta una sesión en vivo, ver caras, compartir experiencias, escuchar a otros sobre estos temas, debatir y entender la obra como una ideología.