Eco del cancionero – Escena III.
(Se oyen arpas de trigo
mientras el amante canta).
Cuerpo, ausencia de navaja y de lastima,
en vuelo de la blanca resonancia
cuyo resplandor, azar y guerra es trémula
boca, que desciende en el tiempo hueco,
arropando las escaleras, las paredes, el día,
que en su límite de herida es amor, tú
río hecho de margen en intangible anhelo,
desde la sangre, desde osarios para las quimeras,
materia azul, transversales saetas de polen virgen,
ala como espesor de la muerte y alivio de un pecho;
región honda en donde el beso recae desnudo,
anegando en encuentros unos labios diluidos
como lluvia de absorto deicidio, en un edén, en ti,
para otra forma del odio y en derribada frontera.
