#EscritoresMexicanos (1944) La el soto vega y
Los respetos que hemos considerado como mandamientos de la moral pueden enumerarse de muchos modos. Los agruparemos de la manera que nos parece más adecuada para recordarlos de memoria,...
Al declinar la tarde, se acercan l… pero la vocecita no deja de llorar… Cerramos las ventanas, las puertas… pero sigue cayendo la gota de pesa… No sabemos de donde viene la vocec…
Exhalación clara que anhelas —a no perturbar un temblor— por iluminar si desvelas, por dormir si enciendes amor. Desde el hombro donde reposas,
Flor de las adormideras: engáñame y no me quieras. ¡Cuánto el aroma exageras, cuánto extremas tu arrebol, flor que te pintas ojeras
Muchas sendas hollé, muchos camino… solicitaron el afán creciente, de contrastar los usos de la gente y confundirme con los peregrinos. Mezclaba los sabores de los vinos
Después del respeto a la propia persona, corresponde examinar el respeto a la familia: mundo humano que nos rodea de modo inmediato. La familia es un hecho natural y puede decirse que, ...
En el más cariñoso lecho me siento morir, cuando en la naturaleza, toda mansa como jardín. Muelle, el ala del ángel blanco
El primer grado del respeto social se refería a la sociedad en general, a la conveniencia de ser dueño de sí mismo y, en lo posible, agradable y solícito al prójimo. El segundo grado de...
No es Cuba, donde el mar disuelve… No es Cuba —que nunca vio Gaugin, Que nunca vio Picasso—, Donde negros vestidos de amarillo… Rondan el malecón, entre dos luces…
El hombre tiene algo de común con los animales y algo de exclusivamente humano. Estamos acostumbrados a designar lo uno y lo otro, de cierta manera fácil, con los nombres de cuerpo y al...
A veces, hecho de nada, sube un efluvio del suelo. De repente, a la callada, suspira de aroma el cedro. Como somos la delgada
En vano ensayaríamos una voz que l… alma mía que no tuviste a quien he… En vano buscamos, necios, en ondas… Reflejos que nos pinten las estrel… Como el perro callejero, en quien…
La cifra propongo; y ya casi tengo el artificio, cuando se abre el precipicio de la palabra vulgar. Las sirtes del bien y el mal,
Cancioncita sorda, triste, desafinada canción; canción trinada en sordina y a hurtos de la labor, a espaldas de la señora;
No: aquí la tierra triunfa y manda —caldo de tiburones a sus pies. Y entre arrecifes, últimas cumbres… Las esponjas de algas venenosas Manchan de bilis verde que se torn…