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Una sola noche

Se miraron y el mundo desapareció.
Acababan de construir una unión
que trascendía todo lo que,
hasta el momento, conocían.
Dulce presencia que embriagaba su ser,
no sabían si alguna vez
podría suceder.
El destino les concedió una noche,
una sola noche
de mutua devoción.
Pero, tal y como temían,
amaneció.
Y la certeza de la despedida
dolió, sangró, arrasó.
Adiós.

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