Te encontré, si, te encontré, creíste que no te vería por la armadura que tenias puesta y que apenas dejaba ver un poco la luz de tus ojos, sin embargo ahí estaba yo contemplándote desde lejos, observando como el viento acariciaba tus cabellos y los hacia danzar de un lado a otro, mientras tu mirada se perdía en el infinito, así perdida en un mundo de gente, ahí estabas, sin rumbo alguno, esperando compartir con alguien ese inmenso corazón que Dios te había dado, tan inocente toda tu en aquel momento que por un instante hubiese querido tener alas para llegar y abrazarte, pero estabas muy lejos de mi alcance, solo podía contemplarte y soñar, añorar tu sonrisa riéndose a mi lado en una caminata por las calles, en un día nublado y fresco, donde yo hubiese querido que lloviese para poder abrigarte con mi saco y demostrarte que estaría siempre para ti, siempre, hasta el final de tu mirada, hasta tu ultima sonrisa, y así amarte niña mía, mi niña amada.