Nadie es portador de la verdad, más que nuestro interior.
Solo en lo interno se sabe con certeza
cuál es nuestra verdad en la naturaleza,
y dónde limita la razón frente al amor.
Y aunque el viento externo nos vuele la cabeza,
el mantenernos erguidos, nos salvará del error,
con la mente fría y la mirada en alza
enmendaremos el camino ensoñador.
Desprenderse de lo artificial y apreciar la belleza
que habita en lo natural y su preciado valor;
hay mucho que aprender de su profunda observación,
tal vez, allí se encuentre la verdad, en su pureza.