Antonella Magliocco

La luz de mi abuela Liliana

Te extraño de aquí hasta donde te encuentres

Lloré un montón, y aún así
sé que nunca será suficiente,
porque aunque el dolor me queme,
sé que no me la devolverá nadie.
 
Ya no me acariciará el cabello
con la misma ternura de siempre,
ni me dará su mano,
esa que me hacía sentir que todo estaba bien.
Y aunque me rompa el alma, sí,
me queda la culpa
de no haberla abrazado más,
de no haberle dicho todo lo que sentía.
 
Ya no me esperará en la puerta,
ni me dirá con su voz tranquila
que todo saldrá bien,
como solo ella sabía hacerlo.
No estará para secarme las lágrimas
cuando la vida me pese,
ni para darme un consejo
en los momentos en que más la necesito.
 
Pero, a pesar de todo,
sé que la voy a recordar siempre,
en cada rincón, en cada gesto,
en todo lo que me enseñó
sin decir una sola palabra.
La lloraré más de lo que quiero,
pero la querré más que nunca,
porque aunque no la tenga aquí,
su amor vive en mí.

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