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Carta a Julián del Casal: Vichy, 3 junio 1890.

Sr. D. Julián del Casal
Muy distinguido Señor:

He agradecido mucho a Ud. el obsequio que me ha hecho enviándome un ejemplar de sus Hojas al viento, y, tanto como el valioso librito, la dedicatoria que en él ha tenido la bondad de poner, y de la cual deduzco el derecho de contarle a Ud. en lo adelante entre aquellos de mis amigos que lo son por simpatía e identidad de aficiones.

Hace ya algún tiempo que encuentro la firma de Ud. en los periódicos literarios de La Habana, y al verla no paso nunca adelante, sino que me detengo a leer, sabiendo que algo muy grato o muy bello encontraré en los versos del nuevo poeta que ameniza nuestras publicaciones. Juzgue Ud. pues si será para mí apreciable el regalo de todas esas preciosas hojas, que el viento no llevará, aprecio que sube aún más al serme ofrecidas por quien las llevó en su alma antes de lanzarlas a los aires del mundo.

De soberbia hermosura y corrección son, entre otras: la dedicada al Sr. Figueroa, en que ha inmortalizado Ud. a la dulce compañera del orador, y el Adiós al Brasil del ex emperador D. Pedro, gran figura histórica a la que no ha faltado ni aun la aureola de las solemnes desventuras, que lleva en sí luz de inmortalidad cuando brilla sin mancha alguna. Estoy segura de que el noble anciano ha experimentado íntima satisfacción al ver fielmente interpretados sus sentimientos en las hermosas y levantadas frases del poeta.

Es notabilísima la felicidad que posee Ud. para los sonetos: bellos y acabados son todos los que contiene el tomito; pero aun más me seducen en él las poesías que pudieran llamarse orientales, no porque tengan nada de común con las rutinarias y amaneradas que en tal estilo suelen escribirse, sino por el brillantísimo colorido, que Ud. combina a maravilla con la frescura y la original espontaneidad. Quimeras y el Soneto Pompadour creo que pondrán a todos de acuerdo conmigo en estas apreciaciones que me permito exponerle.

Muy pronto regresaremos mi esposo y yo a La Habana, y tendré sumo placer en que Ud. honre nuestra casa con sus visitas. Entre tanto, repito a Ud. las gracias y deseo que, con menos escepticismo porque es doloroso que las almas elevadas por la naturaleza y por el arte sufran y desesperen, continúe Ud. su carrera de gloria, siendo un blasón más para nuestra amada Cuba, y permita Ud. que desde ahora me suscriba atenta amiga y servidora

Q. S. M. B.

Aurelia Castillo de González

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