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La emilianada

Un ruido sordo en el recinto suena
y los valientes de pavor transidos
contemplen todo con horrible pena
sus furores en miedo convertidos.
La herrada puerta entre sus goznes gira
y en el dintel don Lucas se abalanza
bañado el rostro, que terror inspira,
con la sonrisa cruel de la venganza.
Con ojos de Satán la turba mira,
cual tigre se apresta a la matanza,
cual hambriento cóndor que ve delante
rojo montón de carne palpitante.
Disperso corre el engreído bando
a la vista del jefe furibundo,
con vergüenza y despecho deseando
que se lo trague el ámbito profundo.
¡Esclavo sin razón!, ¿por qué combates?
Humíllate al poder de los magnates.
Preferido o celebrado por...
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