La rosa profunda: Prólogo La doctrina romántica de una Musa La literatura parte del verso y pu Uno de Meredith: O este alejandrino de Lugones, cu Tales versos prosiguen en la memor 1
Yo La calavera, el corazón secreto, los caminos de sangre que no veo, los túneles del sueño, ese Proteo, las vísceras, la nuca, el esquelet Soy esas cosas. Increíblemente 1 4
Cosmogonía Ni tiniebla ni caos. La tiniebla requiere ojos que ven, como el sonido y el silencio requi y el espejo, la forma que lo puebl Ni el espacio ni el tiempo. 2
El sueño Si el sueño fuera (como dicen) una tregua, un puro reposo de la mente ¿por qué, si te despiertan bruscam sientes que te han robado una fort ¿Por qué es tan triste madrugar? 3 15
Browning resuelve ser poeta Por estos rojos laberintos de Lon descubro que he elegido la más curiosa de las profesiones salvo que todas, a su modo, lo son Como los alquimistas 1
Inventario Hay que arrimar una escalera para ¿Qué podemos buscar en el altillo sino lo que amontona el desorden? Hay olor a humedad. El atardecer entra por la pieza de 1
La pantera Tras los fuertes barrotes la pante Repetirá el monótono camino Que es (pero no lo sabe) su destin De negra joya, aciaga y prisionera Son miles las que pasan y son mile 2
El bisonte Montañoso, abrumado, indescifrable rojo como la brasa que se apaga, anda fornido y lento por la vaga soledad de su páramo incansable. El armado testuz levanta. En este 1 4
El suicida No quedará en la noche una estrell No quedará la noche. Moriré y conmigo la suma del intolerable universo. Borraré las pirámides, las medalla 10 64
Espadas Gram, Durendal, Joyeuse, Excalib Sus viejas guerras andan por el ve que es la única memoria. El univer las siembra por el Norte y por el En la espada persiste la porfía
Al ruiseñor ¿En qué noche secreta de Inglater O del constante Rhin incalculable Perdida entre las noches de mis no A mi ignorante oído habrá llegado Tu voz cargada de mitologías, 2
Soy Soy el que sabe que no es menos va que el vano observador que en el e de silencio y cristal sigue el ref o el cuerpo (da lo mismo) del herm Soy, tácitos amigos, el que sabe 1 8
Quince monedas Durante cien otoños he mirado tu tenue disco. Durante cien otoños he mirado tu arco sobre las islas. Durante cien otoños mis labios 3
Simón Carbajal En los campos de Antelo, hacia el Mi padre lo trató. Quizá cambiaro Unas parcas palabras olvidadas. No recordaba de él sino una cosa: El dorso de la oscura mano izquier 1
Sueña Alonso Quijano El hombre se despierta de un incie sueño de alfanjes y de campo llano y se toca la barba con la mano y se pregunta si está herido o mue ¿No lo perseguirán los hechiceros 1
A un César En la noche propicia a los lémures y a las larvas que hostigan a los han cuartelado en vano los abierto ámbitos de los astros tus augures. Del toro yugulado en la penumbra 1
Proteo Antes que los remeros de Odiseo fatigaran el mar color de vino las inasibles formas adivino de aquel dios cuyo nombre fue Prot Pastor de los rebaños de los mares 1
Otra versión de Proteo Habitador de arenas recelosas, mitad dios y mitad bestia marina, ignoró la memoria, que se inclina sobre el ayer y las perdidas cosas Otro tormento padeció Proteo
Un mañana Loada sea la misericordia de Quien, ya cumplidos mis setenta y sellados mis ojos, me salva de la venerada vejez y de las galerías de precisos espe
Habla un busto de Jano Nadie abriere o cerrare alguna pue sin honrar la memoria del Bifronte que las preside. Abarco el horizon de inciertos mates y de tierra cie Mis dos caras divisan el pasado
De que nada se sabe La luna ignora que es tranquila y y ni siquiera sabe que es la luna; la arena, que es la arena. No habr cosa que sepa que su forma es rara Las piezas de marfil son tan ajena 6
Brunanburh, 937 A.D. Nadie a tu lado. Anoche maté a un hombre en la bata Era animoso y alto, de la clara es La espada entró en el pecho, un po Rodó por tierra y fue una cosa, 2
El ciego Lo han despojado del diverso mundo de los rostros, que son lo que era De las cercanas calles, hoy distan y del cóncavo azul, ayer profundo. De los libros le queda lo que deja 10
Un ciego No sé cuál es la cara que me mira cuando miro la cara del espejo; No sé qué anciano acecha en su ref con silenciosa y ya cansada ira. Lento en mi sombra, con la mano ex 3 3
1972 Temí que el porvenir (que ya decli sería un profundo corredor de espe indistintos, ociosos y menguantes, una repetición de vanidades, y en la penumbra que precede al su
Elegía Tres antiguas caras me desvelan: una el Océano, que habló con Clau otra el Norte de aceros ignorantes y atroces en la aurora y el ocaso, la tercera la muerte, ese otro nom 3
All our yesterdays Quiero saber de quién es mi pasado ¿De cuál de los que fui? ¿Del gin que trazó algún hexámetro latino que los lustrales años han borrado ¿Es de aquel niño que buscó en la 5
El desterrado Alguien recorre los senderos de Ít y no se acuerda de su rey, que fue hace ya tantos años; alguien piensa en las tierras here y en el arado nuevo y el hijo 1
En memoria de Angélica ¡Cuántas posibles vidas se habrán en esta pobre y diminuta muerte, cuántas posibles vidas que la suer daría a la memoria o al olvido! Cuando yo muera morirá un pasado; 1
Al espejo ¿Por qué persistes, incesante espe ¿Por qué duplicas, misterioso herm el menor movimiento de mi mano? ¿Por qué en la sombra el súbito re Eres el otro yo de que habla el gr 1 8
Mis libros Mis libros (que no saben que yo ex son tan parte de mí como este rost de sienes grises y de grises ojos que vanamente busco en los cristal y que recorro con la mano cóncava. 2
Talismanes de Snorri, impresa en Dinamarca. Los cinco tomos de la obra de Sch Una espada que guerreó en el desie Un mate con un pie de serpientes q Un prisma de cristal.
El testigo Desde su sueño el hombre ve al gig de un sueño que soñado fue en Bret y apresta el corazón para la hazañ y le clava la espuela a Rocinante. El viento hace girar las laboriosa
Efialtes En el fondo del sueño están los su noche quiero perderme en las aguas que me lavan del día, pero bajo es aguas que nos conceden la penúltim late en la hora gris la obscena ma
El oriente La mano de Virgilio se demora sobre una tela con frescura de agu y entretejidas formas y colores que han traído a su Roma las remot caravanas del tiempo y de la arena
La cierva blanca* ¿De qué agreste balada de la verde de qué lámina persa, de qué región de las noches y días que nuestro a vino la cierva blanca que soñé est Duraría un segundo. La vi cruzar 1 4
The Unending Rose A los quinientos años de la Hégir Persia miró desde sus alminares la invasión de las lanzas del desi y Attar de Nishapur miró una rosa y le dijo con tácita palabra 1