El Viaje #4
Agotar un recurso de estilo o más bien
un ideario, es el pasaporte que te lleva,
que te cruza del país en el que habías estado
viviendo y perfectamente conocías,
a un nuevo país, lejano, extraño, en el
que todo queda por descubrir, es precisamente en esa plenitud de desconcierto
donde confluyen el principio y el final
de cualquier pretensión acertada o errónea,
de acercarse al origen de nuestra identidad,
el lugar al que deberíamos conocer como
nuestro hogar, mientras no lo subyugemos
al esclavismo que nos pueda repatriar a
nuestro país de origen, cuando se apuesta
por el temerario desgaste del carnal apetito.
Todo poeta que no inflexione se pierde
en trazos de melancólica perturbación y
aquel otro que abuse demasiado comete
adúlteras aberraciones, no es pues no salir
de viaje ni estar constantemente haciéndolo
a manera de un cazador de monumentos,
el enfoque correcto del arte de la trayectoria
de la huída, hacia el esparcido campo de
silvestres flores polinizadas, el salto solamente ha de tener ocasión una o dos
veces en la creación del poeta para poder
este legitimizarse perdurablemente en
la identificación de su conocimiento desconocido, siempre desconocido.
