Lóbrego cumulo, rayos en riña
paulatina frescura descendiente,
tornás puntual, tú, mi húmeda fuente,
caracola acuosa cuando yo niña.
Sabés, reservado no es el murmullo,
tu serpentear leve anega con vida
cuando tocas mi piel comprometida.
Gota fresca disfruto tu arrullo.
Te construí presas, colapsé mis calles,
de papel los barcos en avenidas,
donde siempre dirijo estos mares.
Fangoso chapuzón inevitable
venís fulguroso a mi memoria;
Sós feliz recuerdo indescifrable.