Cargando...

El mar

Como en un lecho me tendí en el mar.
Hechizada por musgos y por linos
tuve acoso de brazos peregrinos
que me echaban las ondas al pasar.
 
Contra mi carne se batió el azar.
El agua –furia, vértigos y vinos–
se entretenía con los bordes finos
de mis caderas, blancas de esperar.
 
Entonces: grave, pálido, insereno,
llegaste como llega siempre el mar
y tu mirada me rompió este seno.
 
Ni Dios mismo nos pudo separar:
cuando una ola te volvía ajeno
entrabas en mis piernas con el mar.
Preferido o celebrado por...
Otras obras de Carilda Oliver Labra...



Top