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Las horas

No son tristes las horas, no hay engaño,
porque el tiempo del tiempo es un desvelo,
una imprevista sombra, acaso un velo
que cubre silencioso todo el año.
 
Ni siquiera sombrías: un fulgor
desciende hasta nombrarlo como el fuego
que eterno devorara, en ese juego,
las máscaras del dios que llaman Thor.
 
¿En qué cuerpos las horas se detienen
cuando el breve perfil de la belleza
se refleja un segundo en el oscuro
 
espejo de los días? ¿Van o vienen,
huyen o escapan, o son ellas esa
fugaz memoria del instante puro?.
Preferido o celebrado por...
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