#Guatemaltecos #Mujeres
Te propongo la dulzura del higo, su carne sonrosada, replegada y húmeda como un animal marino.
Bajo el ala de la noche que deja su huella imprecisa bajo la sombra del corazón repudiado
Amo mi casa por sus cuatro viejos costados llena de voces y ruidos: casa de adobe y machihembre que se queja por la noche
Tatuada con inscripciones misteriosas que una mano de fuego trazó por error aquí estoy
The cloisters Camino por los claustros —piedra y columnas— recordando al orgulloso unicornio que no quiso subir al Arca de Noé
Con ecos de casa vacía resuena tu nombre y se pierde en el laberinto de mi lengua. Desde este túnel
Yo imaginaba peces inverosímiles bajo ese mar que era –entre ocres… de un verde titubeante, cuando el ferry ancló en Ellis Is…
Nada he sido nada soy sino escondida isla sin pájaros ni habitantes
Tras las ventanas que tamizan la luz del sol que muere aguardaba el amor de un joven fauno, su ternura despiadada,
Con sus garras de ónix, puntual, ordeña la muerte cada uno de nuestros días, y los sorbe insaciable
Tengo miedo. Qué difícil contarte esta verdad, porque tú no sabes nada sobre su vestimenta leve, que se va deslizando
Yo miraba tus manos e inventaba historias de aleteos sobre mis pechos, de roces suavísimos
La memoria es una tumba abierta donde puedo enterrar la piedad por mí misma, mientras un felino se desliza muy suave
Mentira: el perfume la voz el encaje la mujer de plástico
Esa mentira inmensa que es Nueva York quema mis labios a la medianoche cuando flamean las cabezas derriba… en cada piedra de la ciudad