Clara Janés Nadal

Mirando por la ventana

No hay piedad en el hombre.
Te obliga a beber hasta las heces
tu propia soledad.
Todo lo más se calla
y sigue su camino
como si no estuvieras a su lado.
 
Y en cambio, a veces,
no sé cómo,
se atreve hasta a pedirte una mentira.
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