#EscritoresEspañoles
Ven a mí que vas herido que en este lecho de sueños podrás descansar conmigo. Ven, que ya es la media noche y no hay reloj del olvido
No quiero la pipa curva, ni tu pañuelo bordado, ni las rosas –los domingos– ni el cestillo con pescado. Y, marcharé de este puerto
No es aire lo que respiro, que es hielo que me está helando la sangre de mis sentidos. Tierra que piso se me abre. Cuanto miro se oscurece.
Alguien dijo que «la risa es la gran enterradora». Algo se me está enterrando porque río a todas horas.
Me gusta andar de noche las ciudad… cuando los propios pasos se oyen e… Sentirse andar, a solas, por entre… es sentir que se pasa por entre un… Todo cobra relieve: una ventana ab…
Sobre la blanca almohada, más allá del deseo, sobre la blanca noche, sobre el blanco silencio, sobre nosotros mismos,
Eran verdes como un mar, con reflejos de alto cielo. —¡Qué bien sabían mirar!— unos ojos que recuerdo. En la penumbra lucían
Fantasmas de hielo y sombra animados y sin alma me cercan por todas partes adondequiera que vaya. Me cercan y me persiguen,
Ancho es el mar; él ha de separamo… quedarán nuestras almas enlazadas. Como un último retrato, en nuestro… impresas lucirán nuestras miradas. El barco en que he de ir está en e…
¿De qué trigal malherido te fueron a levantar, mi pobre ángel caído? ¿Acaso era tu destino ir tan lejos a acabarte
Agua pura corría por el piano. Dulcemente salía del cauce de sus manos. La nostalgia dormía.
Ni me entiendo ni me entienden; ni me sirve alma ni sangre; lo que veo con mis ojos no lo quiero para nadie. Todo es extraño a mí misma,
¡Cómo galopa la sangre! ¡Qué difícil detenerla para que nos vaya al paso cuando vive con tal fuerza! Le he puesto duros bocados;
En una tarde, como tantas tardes, y en un gran parque de ciudad leja… para evadirse del rumor ajeno conmigo misma paseando estaba. Era el frescor intenso, se veían