Loading...

AQUEL DOMINGO

Te vi tocada con hermoso velo
que cubría con gracia tu cabeza,
donando a tu figura tal belleza
que parecías descender del cielo.
 
Al salir de la iglesia, tu pañuelo
voló de ti con singular viveza
posándose a mis pies y con presteza
y con placer lo recogí del suelo.
 
No sé si fue el azar o fue un señuelo
y es que por algo en el amor se empieza,
aunque a decir verdad ningún recelo
 
me hizo pensar en que sería pieza
codiciada por ti, que tal anhelo
hubiera sido mío con certeza.

(201)

Other works by Cristino Vidal Benavente...



Top