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CONVIVIR CON UN ÁNGEL

 
Cuando estaba mirando el firmamento
se me ocurrió pedir a Dios licencia
para poder gozar de tu presencia
lo más posible y en cualquier momento.
 
Dirigiéndose a mí, dijo: lamento
tener que denegarte mi aquiescencia,
pues siendo de la gloria quintaesencia
en ella es donde está su asentamiento.
 
Sentí que un gran dolor iba en aumento,
como también su carga de violencia
y desde entonces sufro tal tormento
 
que mina mi muy poca resistencia,
al punto que ya soy esa hoja al viento
que vuela sin sentido ni coherencia.
 
Esa es la penitencia
que tengo que pagar por el intento
de vivir con un ángel lo que siento.

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