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EL TIEMPO NO PERDONA

Pobre muñeca que su gracia exhibe
ante unos ávidos y agudos ojos
de gente que se busca sus antojos
en la hermosura que al mirar recibe.
 
Al transcurrir los años, el declive
de aquella boca de los labios rojos
será tal que por burdos trampantojos
va a terminar, por ser a ellos proclive.
 
El tiempo no perdona a la belleza
por mucho que lo sea o haya sido,
si no supo meter en su cabeza
 
que jamás un reloj se ha detenido,
y hay que asumir que la vejez empieza
a partir del momento en que has nacido.
 
Ojalá hayas tenido
semejante belleza en tu interior,
porque ésa nunca pierde su esplendor.

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