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LLEGAMOS HASTA EL PAROXISMO

De usar tanto el amor, se terminaba,
pero enseguida y con tremenda furia,
lo hacíamos de nuevo y la penuria
moría, y a mejor vida pasaba.
 
Sentir su cuerpo era un sonar de aldaba
llamando y atrayendo la lujuria,
que era empleada con enorme curia,
y el deseo a seguir nos obligaba.
 
Emprendimos camino a la locura
juntando mi pasión y su dulzura,
traspasando el umbral del erotismo
 
para entrar en un éxtasis de ensueño
y todo lo anterior se hizo pequeño
al abrirnos la puerta el paroxismo.

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