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EN EL DÍA INTERNACIONAL DEL BESO (Abril13)

 
 
EL SABOR DEL BESO. Continuo.
 
No hay nada comparable a ese sabroso
y largo beso en la adorada boca,
cuando un firme deseo nos convoca
con un espíritu febril y ansioso.
 
Viene a ser en dulzura generoso
y todavía así resulta poca,
pareciendo por ello un abreboca
cuando el amor es por demás fogoso.
 
Produce ese sabor voluptuoso
que en el alma se mete y la provoca
un sentimiento asaz apetitoso,
 
con el que fácilmente desemboca
en un placer que sobre venturoso
incluso hasta la misma gloria evoca.
 
EL BESO DESEADO
 
¿Hay un mayor placer y tan hermoso
que el beso grandemente deseado?
Quien diga que lo hay, no le han besado
y no podrá decir que es ambicioso.
 
Aquel que lo desea, siempre ansioso
está, porque se encuentra embelesado,
aunque aún ni siquiera haya probado
lo dulce de bocado tan sabroso.
 
Traspaso entre dos almas similares,
que cambian entre sí su quintaesencia
a través de la boca de ese ser
 
al que tiene por primus inter pares,
reflejo de una noble bienquerencia
que si es un gran amor, ha de tener.
 
EL BESO, DE RODÍN.
 
Ya me hubiera gustado que ese beso
motivo de la estatua de Rodin,
hubiera sido mío, porque al fin
es eterno y muy tierno el embeleso
 
que sentiría y además de eso,
pondría a trabajar a mi magín
para que se quedara el querubín
entre mis brazos, para siempre preso.
 
Seguro que también me encantaría
haber estado como fiel modelo
cuando hiciera el autor tal escultura,
 
pues de tanto posar me subiría
el placer a la altura de ese cielo,
donde todo está lleno de dulzura.
 
EL SABOR DEL PRIMER BESO. Continuo.
 
Aún me dura aquel sabor del beso
que con tanta insistencia te pedía,
cuando unimos tu boca con la mía
y alargamos el tiempo con exceso.
 
Fue la primera vez que tuve acceso
a lo que luego para mí sería
la fuente en que abrevaba cada día
y en ella tan feliz quedaba preso.
 
Confirmaba con ello el embeleso
que desde que te vi me llenaría
de un amor que buscaba de ex profeso,
 
porque el alma con ansia requería
a voces que pusiera un contrapeso
al dolor de las penas que sentía.
 
SÓLO POR UN BESO
 
Sería el más feliz de los mortales
por solamente un beso de tu boca,
ésa que hasta la gloria me convoca
y luego me detiene en los umbrales.
 
Ésa que es bien ajena a pariguales,
ésa en la que mi sueño desemboca,
la que al pensarla mi pasión aloca
y agranda mis deseos sensuales.
 
Qué tendrá que hasta el cielo cambiaría
si mío fuese por que fuera mía
y es que la estoy necesito tanto y tanto
 
para calmar el alma, que me hiere
de verla, que de angustia se me muere,
porque este sufrimiento ya no aguanto.
 
EL PRIMER BESO (soneto inglés, en versos sáficos)
 
La vez primera que me diste un beso
me trasportaste hasta la misma gloria
y la alegría fuera tal, que preso
me quedaría de una gran euforia.
 
Era la llave que me abrió la puerta
por la que entraba a donde yo quería
y desde entonces permanece abierta
a todas horas, sin faltar un día.
 
Fue ése el comienzo de un camino largo
lleno de besos y también de mimos
y si tuvimos algún trecho amargo,
con tu dulzura y mi tesón vencimos.
 
La miel del beso todavía dura,
siendo la causa de común locura.
 
AÚN TENGO EL SABOR DE AQUELLOS BESOS
 
Tengo aún el sabor de aquellos besos
que pusiste en mi boca cierta noche
que hicimos el amor a troche y moche,
de la ansiedad y la lujuria presos.
 
Compartimos placeres y embelesos
y al final y con máximo derroche,
pusimos del banquete el justo broche
recurriendo al mayor de los excesos.
 
No fue sólo una vez, fueron bastantes
las que subimos a la misma gloria
a lomos del deseo más ardiente
 
y cual vasos asaz comunicantes,
juntamos tu dulzura con mi euforia
y así bebimos en la misma fuente.
 
EL SABOR DE SUS BESOS
 
Barrunto de sus besos la llamada
y acudo a su reclamo presuroso,
pues no hay nada en el mundo tan sabroso
como los de mujer enamorada.
 
Mi boca de la suya queda anclada
en tal manjar de sobra apetitoso,
para beber hasta el postrero poso
de la dulzura de la boca amada.
 
Dulce gozar que al infinito llega
y sin comparación, por imposible,
con cualquier otro que existir pudiese
 
y en cada intento más placer se agrega,
llegando hasta el confín de lo infinible
y más allá, si acaso tal hubiese.
 
CUÁNTO DARÍA POR ESE BESO.
 
No hay nada como un beso de tu boca
y es por eso que tanto lo apetezco,
mas el alma se deprime y se me apoca
sabiendo que tal premio no merezco.
 
Sería para mí como tocar
el cielo que nos cubre con las manos,
cosa que a todas luces ni soñar
podremos en la vida los humanos.
 
Sería semejante a conseguir
esa felicidad que perseguimos,
tras la cual no cesamos de seguir,
pero nunca jamás la conseguimos.
 
Cambiaba a ojos cerrados ese anhelo
por un puesto seguro allá en el cielo.
 
EL PRIMERO DE SUS BESOS
 
Recuerdo bien cómo fue
el primer beso que di
y la dicha que sentí,
que hasta en el cielo pensé
 
que entraba, por la ilusión
que me inundó de inmediato,
que al recordarlo ahora trato
de repetir la emoción
 
que aquel acto me produjo,
tanto que ya no he vivido
otro en que me haya sentido
tan feliz, con el embrujo
 
del momento que vivimos
y desde aquel mismo día,
preso en tus redes caía
por el beso que nos dimos.
 
Con todas mis ganas quiero
que mis deseos se cumplieran
y todos los besos fueran
como aquel beso primero.
 
Fue un beso largo y profundo
tan dulce como la miel;
no hay un beso como aquél
en ningún rincón del mundo,
 
pues tampoco hay un amor
como aquél que yo sentía
y que a tus pies te ponía
con inusitado ardor.
 
Antes en tus ojos vi
que pensabas en lo mismo
y llegué hasta el paroxismo
acercándome hasta ti
 
tomándote de la mano
y abrazando tu cintura
te apretujé sin mesura,
pues más tarde o más temprano
 
empujaría el amor
a degustar ese goce
que dice quien lo conoce
que no hay nada superior.

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