NO DEJEMOS NADA POR HACER
Perder el tiempo es la mayor desgracia
que al hombre desde siempre le ha tocado
padecer, por su necia contumacia
en no haberlo jamás aprovechado.
Tarde ve que no tiene ya remedio
y el alma con angustia se revuelve
contra él, comenzando un duro asedio,
sabiendo que el pasado ya no vuelve.
Cuántas cosas se dejan por hacer,
que son las mismas que después nos faltan
y los recuerdos nos la hacen ver
si mucho sus carencias se resaltan.
El arrepentimiento, si tardío,
equivale a sembrar en el baldío.
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