IMÁN IRRESISTIBLE
A ti todo me empuja, aunque no quiera
y no es mía la culpa, por lo tanto,
de amarte con tal ansia, Cielo Santo,
que nunca imaginé que tanta hubiera.
Quisiera yo empujarte para afuera
de mí, por no ser dueño de tu encanto,
porque eso me supone tal quebranto
que quizás aguantarlo no pudiera.
Pero no puedo hacerlo, pues te quiero
hasta un punto que ya no hay ni retorno
ni modo de pararse para nada,
porque eres para mí todo y primero,
como también ese caliente horno
donde se cuece esta ilusión soñada.
