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LA NOCHE MÁS FELIZ

Quiso alargar la noche mi ventura,
pues estaba llegando al paroxismo
que siendo tú y yo dos, era uno mismo
fundidos en la misma soldadura.
 
Recuerdo que abrazaba tu cintura
y tú estabas proclive al mimetismo,
de modo que hasta incluso en el sadismo
bebimos, pues nos pudo la locura.
 
El tiempo se acababa por desgracia
y entonces nos dijimos que sería
mejor aprovechar la pertinacia
 
propia de nuestro amor y así vendría
la llegada al confín de la eficacia,
hasta ver el albor del nuevo día.
 
Contigo, qué no haría,
que hasta el cielo cambiara y no te miento
por volver a vivir aquel momento.

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