LA SUERTE QUE TUVE
No merezco, y lo digo con franqueza,
la suerte de encontrarte en mi camino,
pero si lo ha dispuesto así mi sino,
será que de mi puzle fueras pieza.
Te puedo asegurar y con certeza
que he dejado de ser un peregrino
deambulando por lugar vecino
al tan terrible umbral de la tristeza.
En mi vida ya reina la alegría
desde que vino el venturoso día
en que nos encontrábamos los dos,
al verte y que me vieras tú también,
quedando convencido al cien por cien
de ser un premio que me ha dado Dios.
