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OBRAS SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES

No puede uno decir lo que se siente
cuando ve cometer una injusticia
causada por la sobra de malicia
del causante, por ser de los de enfrente.
 
Sus acólitos salen de repente
y llenos de rencor y de estulticia,
la palian con cualquier razón ficticia
que haría las delicias de un demente.
 
No puedes discutir con cierta gente
que cree que su palabra es pontificia
y dicha urbi et orbi en evidente
 
verdad y que por siempre, vitalicia,
ha de permanecer por trascendente,
cuando sólo es producto de nequicia.
 
La palabra se vicia
en boca de cualquier intransigente
que quiere ser caudal y también fuente.

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