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TRIBULACIONES DE LOS MILLONARIOS

Ayer llamó a mi puerta un millonario
llorando a mares y me dio tal pena,
que tuve que llorar cual Magdalena
delante de Jesús en el calvario.
 
Me dijo ser el solo propietario
en una importantísima cadena
de hoteles y también de una veintena
de empresas de servicio funerario.
 
Que vivía muy triste y solitario
y con el alma de inquietudes llena
por no haber sido nunca solidario
 
con la gente, y temiendo una condena,
me pidió ser por él destinatario
de tal condena, aunque me fuese ajena.

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