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Siembra amarga

En esta tierra argentina, donde el agua abraza las calles,
donde la sombra de la incertidumbre se cierne sobre nosotros,
donde el trabajo escasea y las rutas se desmoronan,
donde la educación se convierte en un sueño lejano,
donde un pibe descalzo te dispara al corazón por un pedazo de pan,
Nos acostumbramos a tapar los mismos pozos cada dos años.
 
¿Acaso no vemos que lo que dejamos hoy sin hacer,
será el lamento de un hermano argentino inundado,
o la tragedia de un alma perdida en una ruta descuidada?
Entendamos que lo que no se siembra hoy, será la cosecha amarga de mañana.
 
La Argentina repite sus errores, como un eco sordo en la noche,
sin entender que nuestras inacciones de hoy volverán como deudas pendientes a nuestros hijos mañana.
Sin entender que el trabajo y la educación  es el camino hacia la esperanza.
¡Dejémonos de joder!, dejémonos de cortar y levantar pancartas,
que las soluciones no vendrán de la queja constante hacia el presidente de turno,
sino del compromiso de aquellos que están y de la exigencia y el castigo  hacia los que se fueron.
 
Dejemos de llevar agua para nuestro molino, que estamos dejando sedientos a muchos Argentinos.
Es hora de construir un nuevo país, con manos limpias y corazones encendidos.
Un país donde la dignidad no sea un lujo, sino un derecho irrenunciable.
Un país donde la educación sea la llave que abra las puertas del futuro.
Un país donde el trabajo sea un valor y no una simple mercancía.
 
¡Basta de resignación! ¡Basta de apatía! ¡Basta de mirar para otro lado!
Es hora de unirnos, de ser protagonistas de nuestro propio destino.
Es hora de construir una Argentina para todos, una Argentina donde la esperanza vuelva a florecer.
¡Argentina, despierta! ¡Es hora de tu resurrección!

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