La ciudad de la eterna primavera
Amanece en el valle
brilla a lo lejos la ciudad
desde la montaña
poco o nada se distingue.
Brillaban las montañas
resaltaba su verdor
ahora es un opaco resplandor
el que ciega mi visión
es la polución, creo
o la pólvora con viento en contra.
Eventualmente nos adaptamos
al malestar o al horror
como mi alma al silencio del cañón
a otro amanecer con su opaco resplandor.
Una perpetua contaminación
en el aire o en el agua
en el cuerpo y en el alma
hoy es el frío de las balas.