Lloviznas
¿Las nubes de algodón
absorben las lágrimas del sol?
* * *
De no ser la lluvia,
¿quién barrería la mugre de este mundo?
* * *
I
(Saludo)
Últimamente te has hecho presente,
como cada año.
No sé si sean los aguaceros cotidianos
a las cuatro de la tarde,
o mi propia soledad que se traduce a las calles
o tu recuerdo que con la humedad florece.
Últimamente te has hecho presente,
como cada año,
como cada tarde,
como siempre.
II
(Cadáver)
Humedad en los huesos
Agua en la sangre,
Lluvia en la piel:
Tormenta en el alma.
III
(Labrador)
¿Qué golpeará más fuerte?
¿Mil martillos sobre mi viejo y cansado cuerpo...
o mi lluvia buena?
¿El derrumbe raudo y vivaz en la ladera...
o mi lluvia buena?
¿La avalancha atroz en la ladera...
o mi lluvia buena?
¿El aluvión feroz del río...
o mi lluvia buena?
¿El torbellino contumaz en el desierto...
o mi lluvia buena?
Más, más mi lluvia buena;
alborotando sobre la milpas de maíz.
IV
(Construcción)
Por el maíz desgranado
el árbol
el jacal
la tierra
el manantial, y
el frijol germinando...
Que tú sembraste, conmigo.
Déjame amarte:
Compañera.
V
(Final)
Hoy te veré
Por última vez (quizás...)
Las calles lucen tristes.
El viento anuncia la llovizna casi cotidiana
de las seis de la tarde.
Hoy te veré.
Te veré casi igual; igual que siempre.
Mas la parada del camión llena de gente
no será la misma.
El café acostumbrado que tomaremos
me sabrá más amargo que nunca.
Y después:
Las aceras mojadas y llorosas sostendrán nuestros pasos,
entre los anuncios amarillo–luminosos que neonizantes
implacables
nos dirán:
Adiós son las 9 en punto.
Mientras transitamos caminando sufriremos un beso
Y dirás el consabido “te quiero”...
Así,
sencillamente
sin prisa, un poco...
tal vez,
con esperanza.
Y te irás con tu mochila al hombro
como siempre.
Hasta el próximo
Verano.
* * *