La Distancia
El corazón vuelto loco
Sé que la distancia te jode de a poco, que te desmoraliza, te desintegra la idea de no tenerme a tu lado por las tardes y no encontrarme durmiendo en tus brazos por las madrugadas; tengo muy en cuenta cuanto te cuesta afrontar esto, que te desgarra la idea de estar a tantos kilómetros de diferencia.
Qué darías tú por transformar las horas en segundos y los caminos en puentes para estar a mi lado, para encontrarme, para ser uno mismo y romper con esta maldita malaria acumulada que se derrama por tus parpados cada tarde en que mis manos no están sobre las tuyas.
Tus labios me llaman y tus ojos me dicen eso que quieres esconder, que tienes enterrada en el alma desde hace muchos ayeres y que un día no podrás soportar más, te delatará el hecho de quererme con la vida y no encontrarme a tu lado, ahí, en donde debería estar desde el día en que fuimos creados.
Y qué importa, si aquí lo único fundamental es la forma de tenernos. No importa nada más, porque tenerte no significa que seas mío, sino más que eso. Me gusta decir que no existe forma física de nosotros pero si algo mucho más visual y hermoso que eso, mucho más potente que cualquier otro, porque nosotros somos lo que somos, porque nadie nos obliga a serlo. Somos esto porque lo sentimos desde el fondo, allí, quizás bajo la alfombra, y me conmueve pensar que este sentimiento es más grande que cualquier otra tontería que no sea nosotros.
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