#Modernismo #Nicaragüenses #SigloXIX #SigloXX #1887 #Abrojos
La tigre de Bengala, Con su lustrosa piel manchada a tr… Está alegre y gentil, está de gala… Salta de los repechos De un ribazo, al tupido
He aquí el coro que entonan los vagos y los mendigos: —¡Guerra a muerte a los banqueros que repletan sus bolsillos! Regla general: –Los pobres
En la pálida tarde se hundía, el sol en su ocaso, con la faz rubicunda en un nimbo de polvo dorado. En las aguas del mar, una barca,
¡Argentina, región de la aurora! ¡Oh, tierra abierta al sediento de libertad y de vida, dinámica y creadora! ¡Oh barca augusta, de prora
Cuenta Barbey, en versos que vale… Una hazaña del Cid, fresca como u… Pura como una perla. No se oyen e… Resonar en el viento las trompetas… Ni el azorado moro las tiendas aba…
Junto al negro palacio del rey de la isla de Hierro—(¡oh, cruel, horrible destierro!)—¿cómo es que tú, hermana harmoniosa, haces cantar al cielo gris, tu pajarera de ruiseñores, tu form...
Sobre el caro despojo esta urna ci… un amable frescor de inmortal siem… que decore la greca de la urna vot… en la copa que guarda rocío del ci… una alondra fugaz sorprendida en s…
A las evocaciones clásicas despiertan los dioses autóctonos, los de los altares pretéritos de Copán, Palenque, Tihuanaco, por donde quizá pasaran
Puso el poeta en sus versos todas las perlas del mar, todo el oro de las minas, todo el marfil oriental; los diamantes de Golconda,
Torres de Dios! Poetas! Parrayos celestes, que resistís las duras tempestades… como crestas escuetas como picos agrestes,
Una noche tuve un sueño. Luna opaca, cielo negro, yo en un triste
De una juvenil inocencia qué conservar sino el sutil perfume, esencia de su Abril, la más maravillosa esencial Por lamentar a mi conciencia
El ave azul del sueño sobre mi frente pasa; tengo en mi corazón la primavera y en mi cerebro el alba. Amo la luz, el pico de la tórtola,
Don Gil, Don Juán, Don Lope, D… ¿cúya es esta cabeza soberbia? ¿es… ¿esos ojos de jaspe? ¿esa barba de… Este fué un caballero que persigui… Cien veces hizo cosas tan sonoras…
Al oír sus razones fueron para aquel necio mis palabras, sangrientos bofetone… mis ojos, puñaladas de desprecio.