Dejame
Déjame escribirte en secreto un poema para que lo leas cuando sientas miedo,
O en una página oculta donde no nos lean, dónde los celos sean tuyos por falta de mis letras.
Déjame susurrarle con mis letras mientras se mojan tus labios y aprietas con fervor está pantalla, cómo queriendo besar mis labios que están distantes.
Déjame seducirte y dibujar plenilunios con mis poemas, hacer que vueles en silencio mientras tomas tu café de la mañana, creyendo en lo que puede ser o no será.
Déjame que acaricie tu rostro mientras me miras a través de mis letras, mientras suspiras y dices eso que no puedes decir en público, eso que provoca tu sonrisa de mujer coqueta.
Déjame verte en mis soledades entre el papel y el lápiz, en el secreto de un amor escondido, rejuvenecido, sin violencia, sin recuerdos.
Déjame verte cada mañana entre el beso de la noche y la aurora, entre tus miedos y ese deseo voraz de tenerlo todo, de susurrar mi nombre mientras se entrelazan las sábanas y las piernas.
Déjame ser tu dejavu, esa historia que aún no comienza pero ya casi termina, en la que nos encontramos entre Borges y Neruda en la página cincuenta y seis y la canción desesperara.
Déjame vivirte desnudo con tu sexo a flor de piel, con tus poros abiertos y ese degustar atragantado, déjame déjame leerte y escribirte allá donde somos libres, dónde eres tu y soy yo sin las máscaras que trae el tiempo.
