David A Valencia Tobon

Recordándote en el café de las cinco de la tarde

Dejo este poema en la mesa del café por si de pronto el eco te encuentra querida amiga

En la intermitencia de una vela veo tu rostro,
callado, abandonado, desposeído.
 
Y quería preguntarte ¿Por qué?
Lo de las manos vacías de alegría
el manojo de soledades encanecidas,
con tu llanto implosivo.
 
Dime algo
¿Hace cuanto que no te has lanzado con los ojos
cerrados o abiertos a los abismos de la vida?
 
Dime
¿Hace cuánto que no te regalas una sonrisa,
una flor para tu alma, una palabra de aliento
ante lo funesto del día?
 
¿Hace cuánto que llevas un antifaz u otros objetos
que adornan tu cuerpo que hacen siempre ocultar tu alma?
 
Y aunque el alma orbita en la mirada
a ratos los ocultas con tus gafas de sol
con las manos vacía de esperanza.
 
Me estaba preguntando esto y aquello de ti
cuando leía tus palabras en las hojas de los libros,
Tus gestos, tus recuerdos, tus imágenes,
llenas de enigmas,
misterio, ternura, seriedad.
 
                              En aquel café en donde siempre nos encontrábamos
                                                                    para sabernos del día a día
                                                                    y leer a tu poeta favorita.
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