«Ha muerto..., ha muerto...», dice… que no entiendo... ¡Verter licor tan suave en vaso ta… Tal vez fue un mal extraño tu mira… tu alma por celeste, o tu perfil p…

Porque haces tu can de la leona Más fuerte de la Vida, y la apris… La cadena de rosas de tu brazo. Porque tu cuerpo es la raíz, el la… Esencial de los troncos discordant…

¡Oh Tú! Yo vivía en la torre inclinada de la Melancolía... Las arañas del tedio, las arañas m… en silencio y en gris tejían y tej…

Fiera de amor, yo sufro hambre de… de palomos, de buitres, de corzos… no hay manjar que más tiente, no h… había ya estragado mis garras y mi… cuando erguida en la casi ultratie…

Cerrar la puerta cómplice con rumo… deshojar hacia el mal el lirio de… —La seda es un pecado, el desnudo… y es un cuerpo mullido, un diván d… Abrir brazos... así todo ser es al…

¡Tengo sed, sed ardiente! —dije a… me ofreció de sus néctares. —¡Eso… Luego, una rara fruta, con sus ded… exprimió en una copa clara como un… y un brillo de rubíes hubo en la c…

Porque haces tu can de la leona más fuerte de la Vida, y la aprisi… la cadena de rosas de tu brazo. Porque tu cuerpo es la raíz, el la… esencial de los troncos discordant…

Miradla, así, sobre el follaje osc… Recortar la silueta soberana... ¿No parece el retoño prematuro De una gran raza que será mañana? ¡Así una raza inconmovible, sana,

Yo hacía una divina labor, sobre l… Creciente del Orgullo. De la vida… Algún pétalo vivido me voló en la… Algún beso en la noche. Tenaz com… Seguía mi divina labor de roca,

¡Oh tú que duermes tan hondo que no despiertas! Milagrosas de vivas, milagrosas de muertas, y por muertas y vivas

Ven, oye, yo te evoco. Extraño amado de mi musa extraña, ven, tú, el que meces los enigmas… en el vibrar de las pupilas cálida… El que ahondas los cauces de amati…

Vibre, mi musa, el surtidor de oro la taza rosa de tu boca en besos; de las espumas armoniosas surja vivo, supremo, misterioso, eterno, el amante ideal, el esculpido

En el regazo de la tarde triste Yo invoqué tu dolor... Sentirlo e… ¡Sentirte el corazón! Palideciste Hasta la voz, tus párpados de cera Bajaron... y callaste... Parecist…

A ti vengo en mis horas de sed com… límpida, fresca, mansa, colosal... y las punzantes sierpes de fuego m… en la corriente blanda y poderosa. Vengo a ti en mi cansancio, como a…

—Eros: ¿acaso no sentiste nunca piedad de las estatuas? Se dirían crisálidas de piedra de yo no sé qué formidable raza en una eterna espera inenarrable.