Despedida…
De usted,
Señora, que ahora va y viene ajena a lo que fuimos, a lo que nunca nos atrevimos,
Tantos años donde siempre nos evitamos por no romper el hechizo que nos mantuvo unidos en lejanía,
Tenemos guardados demasiados besos nunca dados,
Mantenemos tantas ganas de pasión casi irreverente y pecadora,
Señora que me pidió que nunca hubiera testigos, ni recuerdos, ni mensajes,
Que lloró entre en mis brazos y se marchó llevándose los labios con los que tanto viví esperanzado,
Tantas noches platicando cuando apenas era medio día, desbordados de lujuria, complicidad y arrebato,
Y su cuerpo fue cáliz donde bebí mi momento más perfecto y perverso, desnudo de alma y de cuerpo,
Su cuerpo,
Y recorrí su cabello, su boca, su cuello, su espalda, sus senos, su cadera, sus piernas, su sexo,
Descubrí que me tenía habitando en su mente y anclado a su alma,
Tal vez pudimos ser más de lo que sólo dijimos, de lo que sólo pensamos, de lo ahora es con alguien más,
Señora que la guardo en secreto, su nombre en mi boca, su piel en mis manos, su historia segura,
Señora que sea feliz porque así lo tiene concedido, lejos de aquí pero siempre sintiéndome cerca,
De usted no tengo memoria, pero cada momento lo atesoro en el baúl marcado con su nombre, uno escondido,
Nunca estuvimos más de unas horas, pero tres momentos nos durarán la vida entera,
Me llevó su sonrisa, sus nervios, sus ganas, su rostro y un abrazo, el último como soltera,
Seguiremos siendo lo que siempre hemos sido, dos cómplices del mismo pecado,
Cómplices que sin palabras se platican, porque se entienden mirando, callando, pensando, evitando,
Señora que alguna vez fue tan mía como el último suspiro de vida,
Siempre viviremos bajo la misma luna, pero será en cuartos separados…
Hasta pronto, hasta siempre, hasta nunca… Señora.