Chargement...

Breve historía de un día

Por Diana Ortiz

Tengo un alter ego peligroso. Es chef, lee poesía y le gusta tomar vino mientras cocina, solo eso me agrada de él. Dueño de lo que para mí es una soberbia absoluta, frívolo, insensible e insoportable en medidas imposibles de cuantificar. Aparece siempre de repente. A veces estoy tranquila, riendo o escuchando música y llega; Pretencioso, distante, esquivo, con ínfulas de dramaturgo francés sumido en la filosofía de lo absurdo, escéptico, incrédulo, viviendo en un eterno conflicto buscando el sentido de su yo, de su libertad, su existencia y su lógica propiamente absurda y nadaísta. ¡Es completamente absurdo! (y esto si lo digo yo) y nada tiene que ver con corrientes que expliquen el sentido extremo de la existencia humana. Aparece y con miradas frías me reprocha no haber terminado los libros que empecé o como pude haber leído aquel, revisa lo que escribí con desprecio, y se enojó porque no callé aquel día que Juan se adentró en una charla peligrosa e indagó mi punto de vista sobre la religión y luego sobre Dios al ver mi cara de incredulidad y consternación. Yo respondí algo ridículo es cierto, pero preferí mentir para no ahondar en explicaciones que ni yo misma podría tomar por lógicas, y así evitar caer en una discusión inmerecida. Reconozco que debí haberme reído como él lo habría hecho, lo sé, yo también habría disfrutado eso. Pero no puedo reconocerlo, no puedo darle la razón si a diario esta tratando de monopolizar mis ideas y llevarme a caminos oscuros de donde me cuesta salir, constantemente estamos peleando una guerra que él sin saberlo ya tiene ganada por default, porque no quiero luchar contra sus ideas que irrevocablemente creo son justas, ciertas y correctas, pero prefiero dejarme ir y escapar; negarlo todo y luchar contra un agujero negro que me acaba y me absorbe en su campo gravitacional. Me desgasta por entropía y queda poco de mi, por más que lo niego y lo rechazo orbitamos cual estrella binaria en una nebulosa distante, una más grande que otra, a quien le absorben y consumen la materia y la masa, en una trasferencia eterna y constante. ¿Que final nos espera? Si los astrónomos dicen que sea cual sea, el final de un sistema binario siempre será “catastrófico”. Fundirnos y acabar siendo uno y peligroso o explotarnos cual evento electromagnético liberando rayos gammas. Tengo miedo. Sea lo que sea que suceda, dime; ¿quien gana aquí? Si morimos ambos.

Préféré par...
Autres oeuvres par Diana Ortiz...



Top