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Señor, arráncame la vida

Si quitarse la vida, oh mi Dios, no fuera un delito, yo ya no estaría aquí.

Porque en este valle he aprendido que la felicidad para mí no existe ni existirá. He vivido entre lágrimas y sollozos. Cada paso que doy es una espina en mi alma. Errante y sufriente. Así sin más, esto condenado a amar sin amar. A sentir sin sentir. Porque mi andar, mi mirar, mi sentir es siempre pecado.

El amor en mí es culpable, yo no puedo enamorarme. Pensé que podía vivir sin el amor, tan sólo de ilusiones, pero qué triste realidad, no es así.

¿¡Acaso alguien puede vivir amando a escondidas, con tanta culpa y pecado?!

Oh Señor, ya no puedo más... a ti no te he fallado. Arráncame la vida, llévame contigo, porque si me quedó más tiempo en esta tierra, he de perecer.

Este pensamiento expresa la desesperación de un alma que se encuentra contrariada por un sentimiento interno, que impide vivir en plenitud, pues su sentir es pecaminoso, su amar es contrario a sus ideales. Y sólo el que lo ha vivido puede entenderlo. La melancolía de un alma desesperada, a veces sólo es mejorada al expresarlo por escrito.
18 de Junio de 2014.

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